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jueves, agosto 31, 2006

Cumpleaños feliz

¡Hoy ha sido mi cumpleaños! He cumplido ya los 13, que, por cierto, es mi número de la suerte, así que este año espero que me pasen muchas cosas y
buenas.

Mis regalos han sido:

·La raqueta (que, aunque gané la apuesta, también es un poco de cumpleaños).
·Un reloj.
·Un libro (
El misterio de la mujer autómata, Joan Manuel Gisbert)
·Y la excursión al Parque de Atracciones.

Sí, fui al Parque de Atracciones. No había casi gente, así que en las atracciones en las que normalmente esperas más de una hora para subir, ahora tardabas 20 minutos.
Allí probé por primera vez la Tarántula, que me gustó (me subí 2 veces), y también estrené el Abismo (3 veces). Es la mejor atracción del Parque (aunque donde esté el Dragón Khan...), la "acción" dura apenas 23 segundos, pero sirven para ponerte a cien.
También me monté dos veces en el Tornado (que, comparado con el Abismo, es tirarse de un tobogán), 2 veces en la lanzadera (que, dicen los rumores, la única impresión que da es que no ves nada al atravesar la capa de mierda de Madrid*), 2 veces a la Máquina, 1 al Top Spin... Etc.

Fue un cumpleaños ideal.

*Fuente: Un chaval que había por ahí.

jueves, agosto 24, 2006

Punto. Juego. Set. Partido. Raqueta

Hoy, en el polideportivo de mi pueblo, he terminado la apuesta. Aquí, en Villatobas, he ganado los dos últimos partidos de una apuesta de hace un mes.

El domingo, cuya noche anterior fue una agotadora boda que duró hasta las dos y media de la madrugada, fue el cuarto, por 7-6 (8-6) 6-2, en una mañana en la que jugué tres horas seguidas.
Y hoy ha sido el último, por 6-4 7-5.
Por fin. He ganado 5 partidos en 5 semanas. No está mal.

Ahora tendré una raqueta exactamente igual por si en algún partido se rompen las cuerdas, una HEAD Liquid Metal Instint naranja, con cuerdas TOALSON, tensión de 26 kp (si no lo entendéis, da igual. Es por fardar un poquito).

viernes, agosto 11, 2006

Cazamoscas

He aquí un juego hecho por mi hermano que está aprendiendo flash (es una birria, pero le hago propaganda).




jueves, agosto 10, 2006

Tennis in holidays

Al llegar a Alcocéber, mi padre se enteró de que cerca de nuestro apartamento había unas pistas de tenis (costaban 7 € la hora) cerca del apartamento.
Y bueno, jugamos todos los días una horita (menos el de Port Aventura y otro más). Estos son todos los sets que jugamos:




En este último set rompí cuerdas.
En muchos de los resultados de estos sets se esconden duras remontadas de 5-1 , 5-2 en contra mía, que acabaron en 7-6 o 7-5. El penúltimo set es curioso: tras un 5-0 en contra, intenté la remontada y llegué las 5-4, pero por una bola que tocó la cinta perdí 6-4. Una casi-remontada.
Los dos sets recuadrados más oscuros son un partido a partir del cual mi padre dijo que si le ganaba 5 me compraba otra raqueta de repuesto. Ese fue el primero.
En Alcocéber no gané más.

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Al poco de llegar a Madrid volvimos a jugar.




Los dos últimos sets son el segundo partido de la apuesta.

Y otro partido en Madrid me otorgó el tercer paso:

miércoles, agosto 09, 2006

Alcocéber - (Alcossebre en valenciano)

Después de pasar 15 días en Villena, Alicante, en la escuela de Ferrero, fui directamente a Alcocéber, un pueblo de Castellón, a terminar el mesecito.
Allí hacía mucho (recalco este mucho) calor, y mucho más en nuestro apartamento, y mucho, mucho más en nuestra habitación (la de mi hermano y la mía). El agua de la playa era una sopa recién hecha, daba mucha impresión meterte era porque quemaba (hipérbole, como diría la canosa). Y la piscina, aparte de caliente (como la playa) estaba sucia.

Pero por lo demás muy bien: el pueblo mu tranquilito, el apartamento bien, la playa bien...
El martes 25 fuimos a Port Aventura, y unos días después a Morella, un pueblecito amurallado del año 1360 más o menos. Allí visitamos la iglesia, el famoso castillo...
Y así rellené el mes, con otra quincena fabulosa.

sábado, agosto 05, 2006

Cuento cuentito cuento - Capítulo 5

Esas nubes no traían buenos augurios. Eran nubes negras, oscuras, como el destino que se les venía encima.
Aquella mañana fría y ventosa a Carlos le dolía la cabeza. Ya había salido de la enfermería pero aún quedaban algunos vestigios del accidente. Estaba apoyado en la proa del barco. Notó una mano en su espalda. Era Carla. Carla…

–Menudo día, ¿eh? –dijo mirándole a los ojos con una sonrisa sincera.
–Sí… –Carlos no apartó la vista por un momento del horizonte gris y de esas nubes de mal agüero…

Lentamente fue girando la cabeza hacia ella. La miró a los ojos. “Qué ojos tan bonitos tiene…” pensó. Se quedó embelesado mirándolos.
Cuántas cosas le gustaría decirle en aquel momento. Carla… Sí. Ya era hora de decírselo. No iba a estar toda la vida escondiéndose de sus propios sentimientos.

–Carla, yo… –le cogió de los hombros y fue acercando su cara a la faz de porcelana de Carla –…te amo –y se besaron.

Estaba amaneciendo.



– ¡Barco a estribor! –la voz del capitán les sobresaltó.

Carlos se apartó rápidamente de Carla y miró hacia aquella dirección. Vislumbró en la lontananza un barco que esgrimía una bandera pirata.

– ¡Preparaos para el abordaje!

A Carlos se le paró el corazón, y observó el temor reflejado en los ojos de Carla.

–No irás, ¿verdad? –el miedo y la desesperación empapaban estas palabras haciéndolas pesadas y tristes – ¿Verdad que no?

Carlos apartó la mirada de los ojos de Carla. No podía verlos. Clavó la mirada en un punto indefinido del horizonte.
–Tengo… que ir –su voz sonó grave y carente de emoción alguna.

El barco pirata cada vez se acercaba más.

– ¡Preparaos para el abordaje! ¡Todos a sus puestos!
– ¡Eh, tú! –alguien tocó a Carlos por detrás. Éste se giró y el rudo marinero le dio una espada. –Vete a tu puesto –y se marchó sin decir más.

Carlos se quedó mudo con el arma en las manos mirando a Carla. Vio una lágrima caer por su mejilla.

–Vete… –le costó mucho pronunciar estas palabras mezcladas con sollozos apagados –Tienes que irte…

Carlos se acercó a ella y se fundieron en un abrazo que sabía a amarga despedida.

–Prométeme que volverás.
–Volveré. Te lo prometo –se besaron.

Carla se fue a su camarote arrastrando un mar de tristeza tras ella. Mientras Carlos se dirigió a las bodegas del barco para ir con los demás. El barco estaba muy próximo ya.