Este sábado he jugado mi penúltimo partido de la temporada contra Gonzalo Terciado. Ya es la 5ª vez que juego con él, he ganado 4 y perdí 1 (la primera).
Jugué un pelín regular, y me cogió una ventaja de 5-2. A partir de ahí cada uno ganaba su saque (5-3, 6-3, 6-4, 7-4) y en el 7-4 yo iba perdiendo. En el cambio de campo pensé:
Esta mañana he jugado con papá, y he jugado muy bien. Es la quienta vez que juego con Gonzalo. ¿Qué me pasa? ¿Voy a perder? ¿Mi último partido... y con éste? No puedo. Concéntrate... concéntrate... No se ha perdido todo...
Os prometo que pensé esto.
Entonces, empecé a jugar bien, lo que se dice bien, y de 7-4 llegamos a 7-7.
Concéntrate... Ahora no te confíes... No has remontado un 7-4 para decaer otra vez. He remontado para ganar...
8-7, gana el juego Gonzalo en su saque.
No... ¡No! ¡Venga!
8-8. El juego decisivo. Es el primero que llegue a 9, y saca él.
Le has roto el servicio en otras ocasiones... ahora también. Concéntrate, no la pegues fuerte... pelotea...
0-40 para mí. 3 puntos de partido.
No te pongas nervioso...
30-40
¡Ahora o nunca!
Punto. 9-8. He ganado por los pelos.
Y quiero dedicar este partido a Miriam y a Lucía, que me dieron mucha suerte, y está claro que la necesité.
sábado, enero 14, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Your website has a useful information for beginners like me.
»
Publicar un comentario